jueves, 26 de julio de 2007

Foro Educativo Municipal


Se realizó el jueves 26 de julio con los objetivos de “Promover una amplia reflexión sobre la importancia de la gestión educativa en el marco de un sistema de aseguramiento de la calidad de la educación” y “Promover la réplica de experiencias significativas en materia de gestión educativa”

El tema central fue la Gestión educativa y fue espacio para socializar algunas experiencias significativas.

Se define una experiencia significativa como una práctica concreta y sistemática de enseñanza y aprendizaje, de gestión o de relaciones con la comunidad, que ha mejorado procesos y que por su madurez, fundamentación, grado de sistematización y resultados sostenidos en el tiempo ha logrado reconocimiento e influencia en otros ámbitos distintos al de su origen.

En la presentación del certamen se reseña: “Los cambios constantes que día a día se presentan en el sector educativo exigen transformaciones rápidas y efectivas. Ellas demandan sistemas dinámicos, coordinados y flexibles que reclaman actores con esquemas diferentes de acción. Por lo anterior el MEN ha decidido declarar el 2007 el año de la GESTIÓN EDUCATIVA.

Margarita se va.


Ayer jueves 12 de julio la niña María Margarita Acevedo se presenta en la escuela para solicitar se le entreguen sus documentos porque no puede seguir estudiando.

Luego del receso de mitad de año no se presentó a clase.

Manifiesta que se irá para Cúcuta a trabajar y pide adicionalmente el boletín del primer semestre.

Con las anteriores líneas resumo la anotación que hice en el Observador de esta estudiante.
Pienso que la situación de Margarita refleja la dura situación que viven nuestras niñas y niños campesinos. Una Patria que no les pertenece. Un territorio que hoy está aquí y mañana, donde las circunstancia de supervivencia se lo indiquen.

Margarita se fue riendo, igual que su señora madre cuando la conocí por primera (y creo por última) vez. Ríen estas personas de su suerte. O ríen porque no entienden cómo y por qué el país les cambia con el despuntar del día.

Durante su permanencia en la vereda fueron más los días de ausencia que de presencia para alegrar este espacio donde otros niños con un poco más de suerte aprenden a escribir cuentos y leen, algunos cancaneando, los que les llevo de las bibliotecas.

Ahora que escribo esta entrada siento que muchas Margaritas y Geranios dejan hoy la escuela porque la vida les acaba de anunciar que deben partir a otro sitio para que el hambre y las condiciones de existencia no desaparezcan del todo.

Pocos ven que este país se está quedando sin las flores más preciadas: nuestros niños.

La sonrisa de la luz


El viernes 13 de julio compartí con mis estudiantes un taller de literatura. Durante los días anteriores habíamos comentado sobre el arco iris. Los niños y niñas comentaban su encuentro y todos afianzábamos el deseo de asistir a su nacimiento.

Por eso este día propicio para la maravilla llegamos a la escuela bajo una fina llovizna y el anuncio claro del astro rey. Las condiciones favorecían el encanto. Sin pensarlo dos veces, dejamos nuestros cuadernos y libros en el aula y comenzamos el ascenso por la ladera de la montaña. Algunos colores se insinuaron, la llovizna se volvía lluvia y la esperanza se ensombrecía, pero de pronto ahí estaba: la magia de la luz descomponiéndose en sus siete colores. Y luego el taller. Todos escribimos algo. Yo, socialicé con mis estudiantes el siguiente texto:

La sonrisa de la luz

La luz había descansado lo suficiente durante la noche.

Pensó que ya era hora de volver a prestarle de nuevo sus colores a la vida.

Tímidamente se asomó y la cresta de las montañas cercanas se tiñeron de un tenue rojo que se fue haciendo cada vez más vivo y amarillo.

Los gallos dejaron de cantar y le cedieron el turno a los copetones y cucaracheros que con su algarabía llenaron el valle de Monteadentro de llamados urgentes para que los campesinos iniciaran sus labores y los niños se prepararan para ir a la escuela.

La luz se iba convenciendo de lo importante que resultaba su existencia para el verde de las montañas , para el azul de las aguas reposadas en los pozos y lagunas, para el violeta de las flores que crecen al borde los caminos, para el azul del cielo que hoy se escondía detrás de las nubes, para el amarillo del trigo maduro, para el naranja de las primeras cometas que los niños elevan para ofrecerlas al dios Eolo y para el rojo de las camisas del uniforme que refleja la pasión con que se vive en estos campos.

Entonces, la luz sonrió y un poderoso rayo atravesó las pequeñas gotas de lluvia.

Sorprendida la luz contempló por primera vez el reflejo de su risa: de norte a sur un inmenso arco de siete colores servía para que el día iniciara su tránsito en una vuelta más sobre el eje del planeta azul.

María Antonia sugirió el título para este texto: “La sonrisa de la luz”