domingo, 13 de abril de 2008

Modelo Pedagógico Generador de Impacto.

¿Cómo administrar un Modelo Pedagógico que genere impacto?

En la base de esta consideración debemos ubicar la Misión Institucional. Y dentro de ella inscribir la razón de ser, la razón de actuar, el sentido y el deber ser.

Repasando la misión formativa de la educación:

*Aprender a conocer.
*Aprender a ser.
*Aprender a hacer.
*Aprender a convivir.
*Aprender a producir.
Teniendo en cuenta la misión y los ámbitos de actuación:
Institución
Contexto local.
Contexto regional.
Contexto nacional
Contexto global

Las tareas de los líderes.

Continuando con la jornada pedagógica del martes 8 de abril, considero importante dejar constancia de otra reflexión suscitada por el padre Mendoza:
Dos son las tareas fundamentales de los líderes:
1. Solucionar problemas.
2. Buscar nuevos problemas.
Sin ir más allá el perfil de liderazgo que tenga una persona se convierte en escudo y punta de lanza para enfrentar las situaciones difíciles en los diversos escenarios.
¿Para qué se quiere un líder? Acaso no es para encontrar la suficiente confianza y la necesaria seguridad en el recorrido que una empresa o institución o comunidad debe asumir en su desarrollo?
Claro, los líderes nos hablan con sus actos, nos infunden confianza con sus expresiones, nos conducen al éxito con sus silencios programados, nos permiten mostrarnos con todas nuestras capacidades que en manos de otros (seudolíderes) sólo serían torpezas y comportamientos obstaculizadores de intereses mezquinos o particulares.
Los verdaderos líderes se despojan de orgullos y soberbias, nos hablan en nuestro mismo lenguaje y parten de la más humana consideración para tratarnos.
Un líder nunca tiene necesidad de levantar la voz para ofender a nadie, menos a quienes están a su cargo como discípulos o empleados, si la levanta es para animar en los momentos más difíciles de realización de nuestra tarea.
Un líder nunca muestra el poder porque sabe que de él está ausente. El poder es una rara enfermedad que viene consumiendo a la humanidad como una peste.
Un líder no tiene poder, permítaseme un pleonasmo: Un líder tiene liderazgo. El poder en algún momento implica vencer luchando, el liderazgo traduce seguimiento por convicción y a partir del ejemplo.
Dos preguntas:
1- ¿Actúo como un líder al desempeñarme como maestro?
2- ¿Frente a nuestras instituciones hay líderes?
Sobre la primera pregunta buscaré respuestas en mi comunidad, sobre todo en mis estudiantes y las consignaré.
Sobre la segunda, deberá ser un ejercicio colectivo a nivel de la Escuela Normal Superior de Pamplona.

Identidad del Maestro.

Una de las jornadas de recuperación por los días de semana santa correspondió a una charla orientada por el padre Luís Ernesto Mendoza, Vice rector de Bienestar de la Universidad de Pamplona.
Y uno de los interrogantes que planteó fue: ¿Cómo permitir que las relaciones con la comunidad sean de alta calidad?
Pregunta que no sólo merece sino requiere una respuesta de cada uno de los maestros vinculados a la Escuela Normal Superior de Pamplona.
Hay que comenzar por el principio: partir de la consideración ¿Quién soy yo? y continuando con mi aporte a la institución a la que estoy vinculado.
Sobre la primera inquietud más que respuestas, aspiro consignar algunos interrogantes que de manera consecuencial podrían conducir a respuestas.
¿Soy alguien convencido de la misión para la cual me preparé?
¿Cuando inicié mi preparación tenía claro el objetivo a perseguir a lo largo del sendero de la academia y más adelante en el mismo ejercicio profesional?
¿Veo y asumo mi labor no como un trabajo remunerado (generalmente mal remunerado) sino como la puesta en marcha de una misión derivada de la vocación que animó mi elección de ser maestro?
¿Asumo la experiencia de ser maestro como la mejor oportunidad para contribuir a la transformación del mundo, partiendo de la transformación de los seres humanos encomendados a mi responsabilidad?
¿Entiendo que ser maestro difiere mucho de ser profesor?
¿Experimento en cada uno de mis actos y acciones como maestro la alegría de ser útil a la mejor causa: el ser humano?
¿Sirve mi desempeño profesional no para mirar desde la tarima a mis estudiantes sino para posibilitarles opciones de equidad e igualdad para mirar juntos el mundo, en procura de progreso para todos?
Y sobre el aporte a la institución normalista en este caso:
¿Siento la Normal como el espacio propicio para cumplir a cabalidad mi misión de Maestro?
¿Cada día entrego lo mejor de mi para que la institución crezca y sea mediadora para que los estudiantes crezcan?
¿Dentro de las consideraciones sobre mi persona tengo el tiempo dispuesto para aportar en cualquier momento a la Normal?
¿Mis acciones y desempeño profesional contribuyen al crecimiento y fortalecimiento de la Institución?
¿Me siento agradado de estar trabajando en la Normal?
¿Quiero a la Normal y le demuestro mi sentido de pertenencia?
¿Me pregunto con frecuencia qué hago por la Normal, en lugar de esperar que está haciendo la Normal por mi?
Las respuestas en parte son intuidas por mis estudiantes, por los padres de familia y por quienes siguen responsablemente mi desempeño profesional.
Así las cosas, resultaría necio aspirar a consignarlas en algunas líneas.
Mi conciencia está tranquila como las aguas de los ríos ignorados.