viernes, 13 de febrero de 2009

Ejercicio de convivencia.

Un jueves de febrero luego de jugar un encuentro de micro fútbol de cuatro minutos, "para calentarnos tantico, profe" según los estudiantes, porque valga la pena decir que la temperatura por esos días había disminuido considerablemente en esta región y de manera acentuada en la vereda Monteadentro que ya de por sí es bastante fría, nos disponíamos a diligenciar la Bitácora y fue en ese momento en que surgió el comentario de alguien:
Ayer el profesor de Educación Física nos observó que no queríamos saludar a * (una niña del cuarto nivel) porque según todos nosotros estaba mal presentada.
Este comentario hizo necesario traer a la memoria de esa mañana neblinosa otra circunstancia: el día anterior con el profesor de Educación Física se habían presentado inconvenientes. No habían obedecido algunas instrucciones, no se habían respetado unos a otros y en general, las cosas no habían salido del todo bien.
Lo cierto es que surgió un conversatorio alrededor de la necesidad de mirarnos con ojos desprevenidos y de no discriminarnos por situaciones para cuyo mejoramiento todos podíamos aportar.
Fueron pasando los minutos y la reflexión se nutría. Cada uno y cada una fueron hablando sobre su actitud frente a *. Cuando se habían dicho las cosas, o eso sentíamos, la niña estaba cabizbaja y por sus mejillas corrían lágrimas. Sin embargo, como le correspondía su turno, dijo: yo sólo quiero que todos seamos amigos.
Había recibido críticas, justas o injustas, comentarios que de alguna manera la señalaban por circunstancias que ella no podía manejar como su condición económica y estrecha situación familiar, y sin embargo, hablaba de amistad y con sus palabras ofrecía la suya así su presentación personal no fuera la más ordenada.
Ese mensaje, directo y frío como el comienzo del día, llegó a todos e hizo nacer la inquietud de redactar un mensaje. la mayoría de estas frases apuntaban a entendernos, a mirarnos y aceptarnos tal y como somos y en convertirnos en parte de solución a los problemas que encontremos en nuestro diario vivir, máxime si se trata de problemas que afectan la vida de nuestros compañeros de grupo.
Gracias a éste ejercicio fui partícipe y testigo de una maravillosa lección de convivencia.
P.D. * al día siguiente llegó muy organizada (con lo cuenta) en su presentación personal y la sonrisa había nacido de nuevo en su rostro.

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