domingo, 13 de abril de 2008

Identidad del Maestro.

Una de las jornadas de recuperación por los días de semana santa correspondió a una charla orientada por el padre Luís Ernesto Mendoza, Vice rector de Bienestar de la Universidad de Pamplona.
Y uno de los interrogantes que planteó fue: ¿Cómo permitir que las relaciones con la comunidad sean de alta calidad?
Pregunta que no sólo merece sino requiere una respuesta de cada uno de los maestros vinculados a la Escuela Normal Superior de Pamplona.
Hay que comenzar por el principio: partir de la consideración ¿Quién soy yo? y continuando con mi aporte a la institución a la que estoy vinculado.
Sobre la primera inquietud más que respuestas, aspiro consignar algunos interrogantes que de manera consecuencial podrían conducir a respuestas.
¿Soy alguien convencido de la misión para la cual me preparé?
¿Cuando inicié mi preparación tenía claro el objetivo a perseguir a lo largo del sendero de la academia y más adelante en el mismo ejercicio profesional?
¿Veo y asumo mi labor no como un trabajo remunerado (generalmente mal remunerado) sino como la puesta en marcha de una misión derivada de la vocación que animó mi elección de ser maestro?
¿Asumo la experiencia de ser maestro como la mejor oportunidad para contribuir a la transformación del mundo, partiendo de la transformación de los seres humanos encomendados a mi responsabilidad?
¿Entiendo que ser maestro difiere mucho de ser profesor?
¿Experimento en cada uno de mis actos y acciones como maestro la alegría de ser útil a la mejor causa: el ser humano?
¿Sirve mi desempeño profesional no para mirar desde la tarima a mis estudiantes sino para posibilitarles opciones de equidad e igualdad para mirar juntos el mundo, en procura de progreso para todos?
Y sobre el aporte a la institución normalista en este caso:
¿Siento la Normal como el espacio propicio para cumplir a cabalidad mi misión de Maestro?
¿Cada día entrego lo mejor de mi para que la institución crezca y sea mediadora para que los estudiantes crezcan?
¿Dentro de las consideraciones sobre mi persona tengo el tiempo dispuesto para aportar en cualquier momento a la Normal?
¿Mis acciones y desempeño profesional contribuyen al crecimiento y fortalecimiento de la Institución?
¿Me siento agradado de estar trabajando en la Normal?
¿Quiero a la Normal y le demuestro mi sentido de pertenencia?
¿Me pregunto con frecuencia qué hago por la Normal, en lugar de esperar que está haciendo la Normal por mi?
Las respuestas en parte son intuidas por mis estudiantes, por los padres de familia y por quienes siguen responsablemente mi desempeño profesional.
Así las cosas, resultaría necio aspirar a consignarlas en algunas líneas.
Mi conciencia está tranquila como las aguas de los ríos ignorados.

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