jueves, 18 de enero de 2007

Aprendiendo a ser feliz



Como en todas las cosas, alguno de tantos es el primer día. Para el caso que me ocupará desde hoy, el miércoles 15 de enero de 2007 lo registraré como el primer paso dado en el propósito de explorar el mundo blogosférico. Suena demasiado ambicioso. De otra forma, aludo a una exageración que preferiría asimilar como una utopía.
Luego de tomar un distanciamiento con las concentraciones escolares, espacios donde más de mil quinientos o más estudiantes, ocupan los diferentes espacios académicos, opté en el 2003 por tomar una calle estrecha que terminó convirtiéndose en camino veredal, color terracota, rodeado de esqueléticos arbustos y vía de acceso a una escuela rural.
Fue la experiencia de pasar de la “escuela graduada” a la “escuela nueva” para la cual había recibido (hace ya dos décadas) la información que entregaba la Normal Superior de Pamplona dentro de su objetivo formador.
Durante 2003, 2004 y 2005 compartí con niños y niñas campesinas de la vereda Monteadentro en los niveles tercero, cuarto y quinto.
Me propuse sacar el aula de clase de las cuatro paredes y juiciosamente revisar el currículo para plantear una alternativa pertinente y en concordancia con el contexto de ruralidad de estos infantes.
Esto adquiere un perfil más definido en 2006. En la evaluación institucional del año anterior plantee la necesidad de articular el Centro Educativo a la Normal Superior para desarrollar la intención derivada del Acto Administrativo que lo fusionaba a esta Institución.
Algunas consideraciones para el planteamiento anterior: se nos configuraba como parte integral de la Normal Superior, que a su vez estaba comprometida con el Proyecto de Educación Rural –PER-, y que enfocaba PEI a la formación de maestros para el sector rural.
Una de las acciones inminentes era la resignificación del currículo, tarea derivada del proceso de acreditación de calidad y del perfil institucional esbozado en las líneas anteriores.
Fue imposible convencer al grupo de docentes del centro. Así que en la actitud displicente y conservadora encontré el incentivo necesario para, neciamente y con el entusiasmo de los empecinados, asumir la propuesta del proyecto Pedagógico Investigativo “Aprender: Un acto de felicidad”, una alternativa pedagógica y tecnológica aplicable desde la perspectiva de la metodología Escuela Nueva y cuyo objetivo general lo definí en los siguientes términos: “Diseñar el plan de estudios para los niveles cuarto y quinto, ajustado a la normatividad y en concordancia con el PEI y el Proyecto de Educación Rural –PER- liderado por la Normal Superior, comprometida con el proceso de acreditación de alta calidad”
Las experiencias más significativas que fueron marcando los días de encuentro humano y pedagógico serán el material a bloguear.

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