jueves, 16 de julio de 2009

De Rondas por Monteadentro.







A media mañana se escuchó la voz de alguien que pedía un vaso de agua. Pedido que se mezcló con alguna información sobre el solicitante. -Soy un viajero. Voy hacia Bucaramanga y he desviado mi camino para tomar éste de la vereda Monteadentro. Buenos días, por favor un vaso de agua-



-Buenos días, respondí, acompañado por dos o tres niños.



En ese momento la cabeza de un hombre de barba cana y frente fruncida apareció en el vano de la puerta.



-¿Puedo seguir, profesor?



-Claro, siga.






Los niños y niñas observaban al visitante con curiosidad suma. Algunos sonreían como una manera de expresar su extrañeza ante este abuelo de aspecto raro y quien llevaba una carpeta, al parecer repleta de papeles.






-No llevo maleta, es que prefiero caminar liviano.






Y sin más expresiones preguntó si queríamos escuchar una historia que alguien había escrito y estaba dedicada a la gente de la vereda Monteadentro.






Sí. Claro. Bueno. Fueron algunas de las respuestas.






El visitante inició la lectura de un cuento titulado "El llanto del sol" (En una próxima entrada estará el texto completo del cuento).






Al concluir su lectura aplaudimos, alegres y agradecidos por la historia que este personaje particular nos acababa de regalar.






Luego extrajo de su carpeta unas cartulinas que repartió a los infantes. En ellas aparecían unos dibujos que acompañaban los textos de unas Rondas.






Invitó luego a los estudiantes a que leyeran las rondas y en seguida él realizó la interpretativa lectura, en ocasiones actuando en el improvisado escenario.






Aplausos.






Terminada esta lectura nos invitó al patio de recreo para jugar una de las tantas rondas que había compartido.



Y entonces cantamos y saltamos al ritmo de la "vaca flaca y también de la vaca gorda", "antes que lleguen para el ordeno doña Paca y doña Lola".






Así fue la visita del maestro Juan Parra, pintor y poeta pamplonés a nuestra aula de clase, el 16 de julio, cuando la vereda Monteadentro y en general la ciudad, celebraba la fiesta de la virgen del Carmen, motivo por el cual había algunas sillas vacías. Los campesinos son muy devotos de la Patrona de los pamploneses.

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