miércoles, 8 de julio de 2009

Después del silencio.

Cuando se revise esta Bitácora se notará, con extrañeza o no, que pasaron varios, tal vez muchos días en silencio. Debo consignar que el silencio también tiene motivos. Resulta a veces curioso esta manifestación. Inicialmente concebido o explicada como "abstención de hablar" también puede ser la falta de ruido.
Durante el primer semestre se presentaron algunos hechos que consitaron mi atención y esmero para resolver situaciones, si bien no difíciles, por lo menos no cotidianas y por lo tanto nuevas y que reclamaban procedimientos juiciosos.
La llegada de los niños y niñas al Cuarto Nivel resultó en cierta medida traumática. No para el maestro, sí para el Proyecto Pedagógico Investigativo.
Siete infantes, dinámicos, creativos, inquietos, traviesos, como corresponde a seres humanos en estas edades entre los ocho y diez años.
Sin embargo, desde el punto de vista académico con suficientes dificultades y falencias como para repensar su promoción.
Los aspectos más destacados que ejemplifican los dos renglones anteriores forman parte del registro hecho en el Observador del Estudiante, información que de alguna manera se convierte en reserva.
Pero para no suscitar pensamientos intrincados podría compendiar a muy groso modo en lo siguiente: bajo nivel de lectura oral, bajísimo nivel de lectura comprensiva, escasa producción de texto, poco o escaso manejo de operaciones matemáticas y ejercicios de pensamiento lógico, deficiente manejo del lenguaje escrito, pésima ortografía, ausencia de hábitos de trabajo en colectivo e individual, ausencia de sencillos métodos de estudio, desorden en las actividades, incumplimiento en el desarrollo de tareas y trabajos, poca tolerancia en las actividades propuestas en el aula, temperamentos agresivos, actitudes caprichosas, ausencia de acompañamiento efectivo y eficaz por parte de los padres o familiares, baja autoestima de los niños y niñas. Bueno, expresé que iba a compendiar. Dejemos entonces, hasta aquí.
Me encuentro en la primera semana del segundo semestre. Y felizmente abriendo de nuevo este registro. Estoy alegre. Lo manifiesto plenamente.
Que me doy cuenta que los días de silencio los dediqué con tesón a buscarle salida a la situación enredada que se me presentó al comienzo de año.
Seguramente se produjo mucho material valioso para esta Bitácora. pero el apremio de no desfallecer en el empeño de continuar el camino del PPI primó sobre el deseo de dejar huella, por lo menos por escrito.
El receso de mitad de año sirvió para que los niños y niñas descansaran. Reflexionaran, quizá, en los compromisos de muchos conversatorios colectivos y conversaciones maestro-estudiante.
Las derrotas de la primera mitad del año debieron hacer surgir una nueva actitud en el grupo de estudiantes.
-Hola, Cote, Buenos Días, yo hice todas las tareas-
-Y mire mi letra. Mi nueva letra. Es bonita, verdad?
-Leí el libro. Todo. Hice las actividades.
-Leí el libro, y no hice las actividades, pero se voy a contar.
Y observar la alegría en los rostros. la alegría por volver a la escuela. Por retornar a ese segundo hogar y ser portadores de buenas noticias.
Testimoniar una buena presentación personal. Es motivo de alegría.
A veces uno quiere que la semilla sembrada germine ya. Y es imposible. Durante el primer semestre, como los abuelos de monteadentro, sembré. Ahora al regresar de vaciones, con las primeras lluvias de julio están germinando una plantas que mueves sus extremidades con el encanto que depara el viento de las cometas.
Se justificó el silencio.

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