lunes, 30 de abril de 2007

Una discapacidad: más que obstáculo, posibilidad de aprendizaje.





Las limitaciones de algunos seres humanos serán siempre fuente de enseñanzas y oportunidades para compartir las mejores lecciones de vida.



Cuando conocí como estudiante a Maidi Yesenia nadie me había hablado de su discapacidad auditiva. Fue más tarde cuando la profesora que le había impartido clases el año anterior hizo un comentario al respecto. De hecho en esa época (tercer nivel, 2005) el nivel de audición de la niña no estaba tan comprometido como hoy (abril 2007).



Orientaba el área de Lengua Castellana y Comunicación. Así concebí el desarrollo de este programa y no como Español y Literatura, o como Lengua Castellana apenas.



Durante la primera semana me enteré de la situación de Maidi. Fue fácil. Frecuentemente preguntaba por algún aspecto o instrucción dada. Pedía periódicamente se le repitiera una palabra dictada. Además, su expresión oral era dificultosa, pero muy distante de su habla actual.



Consciente de esta situación inicié la propuesta de actividades encaminadas en primer término a buscar el bienestar de la niña y en segundo lugar a propender porque estuviera, de alguna manera, en igualdad de condiciones frente a sus compañeros para acceder al conocimiento.



Adelanté algunas gestiones en la Administración Municipal que redundaron en el obsequio de unos audífonos, indispensables para la recuperación de la niña, y que sin embargo por negligencia de su familia no fueron reclamados oportunamente, perdiéndose posteriormente esta ayuda.



Sin estar fusionada nuestra escuela con la ENS, busqué la valoración médica de Maidi con el grupo de especialista del Instituto de Educación Especial La Aurora.



Sobre procesos pedagógicos:



Adelanté un trabajo juicioso para buscar comprometer a niños y niñas del nivel en el que se encontraba Maidi y a los demás del grupo de trabajo para ver la discapacidad auditiva de la niña como una real posibilidad de valorar lo que tenemos (nuestros cinco sentidos) y ponerlos al servicio de nosotros y de nuestros semejantes. Además, para concientizarlos sobre la necesidad de ser solidarios y contribuir con el proceso de apropiación de conocimiento de ella. Es decir, colaborar para que la limitación auditiva no fuera un obstáculo para que ella se acercara al conocimiento. Con acciones sencillas: Maidi se sentaba al lado del niño (-a) que mejor caligrafía tuviera. Esto le permitía consignar sin mayor dificultad cuando el maestro dictaba un texto. Empecé como maestro “a bajarle o quitarle el volumen al radio del profe”, o sea, dictaba algunos textos cortos haciendo la mímica de la pronunciación. Así todos los niños con buena audición o no, tenían que hacer “una lectura de labios”. Ya no era sólo Maidi, leyendo labios, sino todo el grupo. Y esa acción los compañeros y compañeras de ella se acercaban a su situación personal, para desde los “zapatos del otro” comprenderla y ser solidarios en la medida de las posibilidades. Niños y niñas fueron, poco a poco, acercándose al lenguaje sin sonido, a la lectura de labios y se empezaron a incorporar algunas señas, muecas, gestos y ademanes que fueron soporte para Maidi, pero que se convertían en posibilidad de exploración de otros lenguajes tan válidos como el articulado para la comunicación.



Esta experiencia se fortalece durante el 2006, ya desarrollando el Proyecto Pedagógico Investigativo y se continúa acentuando en el presente.



Como resultado de este ejercicio he observado que a la par que Maidi ha logrado permanecer nivelada en las diferentes actividades académicas, el grupo ha ganado (tal vez sin percibirlo del todo) más nivel de atención y concentración.



Va a comenzar mayo, aquí le decimos el mes de las flores, como las que Maidi trae el día lunes, cuando le corresponde al grupo la disciplina. Son geranios, amores ardientes y dos o tres rosas. Ella con dedicación las arregla, quitándoles las hojas secas o cortando los tallos para ajustarlos a las dimensiones de los tarros de gaseosa recortados que se emplean como floreros y los coloca a la virgen, en su gruta de piedra blanqueada con cal. A veces pienso que a ella, a María que está en los cielos… también en el cielo de Maidi, la niña le pide que alguien le regale los audífonos que tanto necesita. Ojalá que con las lluvias de este quinto mes caigan del cielo estos instrumentos que harían más amplia la sonrisa de esta niña que nos ha enseñado que Una discapacidad: más que obstáculo, es una posibilidad de aprendizaje.

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